Hoy no voy a contar una historia, más bien, hoy voy a intentar robarte esa que me gusta tanto, la que escribiste sin darte cuenta y, como la mayoría de la gente, olvidaste darle la importancia que en verdad merecía y valía la pena seguir escribiendo.
Me es difícil asimilar que fuiste tú la causante de todos esos embrollos que aún prevalecen en las esquinas de tu barrio, como todas esas sombras de los asesinatos que vagan por ahí. En fin, cada vez que camino y pienso en eso no puedo evitar dibujar una tétrica sonrisa que más bien es una mueca de sorpresa que se plantea y delata mi sofocante indignación.
Tu cuerpo me parece a veces tan delicado, tan pequeño y frágil como para poder soportar una carga y acción como esa, una vida de delitos y excesos llenos de sabiduría citadina y ejemplar para todos nosotros, los hijos de las calles rotas. En fin, es un deleite todo eso que digo, es una sorpresa fulminante que nunca perderá su efecto en mi mente, sobre todo en mi libido, quien procura hacerme pasar erecciones tanto en el transporte público como en la oficina.
Anoche pensaba en cómo robar esa historia, y no me refiero a adaptarla a una novela ni nada por el estilo, sino, hacerla mía, como una especie de vivencia reprimida de adolescencia o una de esas chaquetas mentales que adaptamos y contamos tanto que, al final, terminan siendo nuestro mejor recuerdo de vida. Digo esto después de haber comprobado que un montón de historias o, más bien, aventuras, son totalmente falsas hasta las pestañas, como el astuto cuento de Ramírez en el que presumía de haber tenido sexo con tres de sus primas en una de esas tontas excursiones que organizaba la Yola, su prima mayor.
Creo que no tengo problema en el caso de que eres mujer, digo, si quisiera adoptar tus vivencias en mi mente pues, lo haría, digo, tengo flexibilidad con respecto a eso y las broncas que todavía te cargas, pero del montón de vergas que chupaste sería como tener una enorme piedra en el zapato, sólo que en mi caso se parecería más a traer todo el tiempo un dildo en el ojete.
No hay comentarios:
Publicar un comentario