domingo, 29 de abril de 2012

Garabato #32 (Simple desorden de abril)

Hoy no tuve ganas de mentírle a mi cuerpo. No tuve ni la más remota intención de despertar con el olor de tu cuello ni con las caricias que, de una u otra manera, siempre terminan por hacerme despertar de la mejor forma. He pensado por muchas noches que ese rosar de piel que creo sentir, no es más que la sabana blanca en la que me refugio por las noches, unido a la vieja sensación que dejó tu cuerpo al frotar al mío y la imaginación insistente de joven adolescente, que aún persiste en mis torpes 21 años.

    Respiro la noche mientras el día se ha fugado lentamente, entre horas nubladas y calores húmedos —producto de la humedad climática y la borrachera de anoche. Suspiro entre pensamientos que, naturalmente, son más propensos para la ducha. Tomo agua para pasar el remordimiento y la sensación de necesidad —y necedad—, que me tienen hasta altas horas de la noche con un bolígrafo en la mano derecha y un terrible ahogo, entre mi mano izquierda y mi lánguida garganta. 

    Tengo ganas de largarme de aquí, de llegar hasta aquel intimidante lugar, lugar donde siento un especie de colectivo confort independiente al hogar: un místico lago de coincidencias y consecuencias, en donde el olor de la sangre me permite continuar, en el júbilo que aún anhelo sentir.

    Todavía no me siento a gusto. No puedo sentirme en casa, no después de todo lo que tenemos juntos y lo que tengo cuando estoy solo, no puedo retomar mi control y no tengo intención de hacerlo. No todavía. Tal vez tarde mucho más de lo que creo y creo también, que será lo mejor.

    Un simple desorden cualquiera...

viernes, 27 de abril de 2012

Anestecia

Entonces, me encuentro en el proceso de acostumbrarme, de nuevo, a lo que suelo ser la mayoría del tiempo.

miércoles, 25 de abril de 2012

Garabato #33 (El embarazoso sarcasmo ocular al que me orillan las tardes soleadas)

Dormir y despertar en otra ciudad ya no es algo raro en mi vida, es algo a lo que me he acostumbrado más de lo que puedes creer y, también, algo que en cierto modo, ha hecho que mis pasos sean un poco más largos que los tuyos. 
    Cada que pasa esto, el sentido de ubicación se altera un poco, algo así como cuando te golpeas en la cabeza y no sabes, a ciencia cierta, en dónde estás y qué ha hecho que te preguntes lo anterior. 
    Estar sin ti es algo que pega fuerte, como frecuentes patadas en el estomago que no marcan, pero que vacían mi sensación de estabilidad. 
    Esto pasa cada cierto tiempo, tres veces en un mes, una vez cada instante en que nos ausentamos uno del otro y el sol vuelve a calentar mi mirada, que se nubla y persiste entre todo ese porvenir que aguardamos por vivir.

miércoles, 18 de abril de 2012

Sr. Absurdo


Desarma y sangra

He vaciado mis bolsillos y sigo sin encontrar el secreto que me diste a guardar. Aceptando que me hayas confiado algo tan fuerte y atesorado, estoy dispuesto a contárselo a la persona más aleatoria que se pueda presentar ante mi, pero el problema es que no sé dónde lo dejé.
    Hoy no puedo afirmar lo que, todos dicen, es uno de mis atributos más desesperantes y característicos: El ser un tesorero de secretos. ¿Cómo sucedió? No tengo ni la más remota idea, ni siquiera sé qué tán borracho me encontraba y cómo fue que llegaste a acercarte a mi, pero si de algo me acuerdo es que lo vaciaste en mis oídos como un flujo sanguíneo, un espeso fluir que se adentraba en el más delicado de mis sentidos y, por ende, el más frágil. 
    Ramiro me contó algo parecido una vez y se dobló. Nadie puede con algo así, ni siquiera tus mejores amigos e, independientemente de la estrecha relación que tenemos, las ansias que me carcomen son las que, alguna vez, me hacían fantasear cada noche contigo.
    Sin embargo, ahora no sé en qué lugar he dejado el famoso secreto, y las ansias que tengo por gritárlo son sólo por simple reacción humana, ¿cómo voy a contarlo ahora? Dilemas totales a la hora del morbo...
    Ya pasa de medio día y trato de acordarme de los detalles de la noche pasada: los movimientos, las pláticas, las caras y las voces circundantes, las bebidas y los tropiezos que uno da cuando el alcohol sube la marea. No dudo que en alguna caída lo haya olvidado o que todo se haya tratado de una idea que se clavó en mi mente, pero el golpe que traigo en la cabeza me hace dudar si te conozco o eres, otra vez, el recuerdo del vacío.
   

Viaje literario


martes, 17 de abril de 2012

Mi habitación

Mi habitación, hoy, es el reflejo del después que queda tras tu visita, tras todas esas vivencias que encierra y que posee desde el momento en el que llegaste. Hoy mi habitación refleja desorden, el desorden que se habita en mi ante tu partida y la indiferencia hacia mi entorno mismo. Siempre es así, cambia radicalmente a momentos; es como cuando pasa un tornado, pero yo persigo con urgencia ese tornado desde hace ya, más de dos años.

sábado, 14 de abril de 2012

Erotismo IV

Voy por ti en búsqueda de lo deseado, de lo necesario y de lo prohibido, del conjunto de sabores y sensaciones que redescubro, cada vez que tu cuerpo desnudo brilla con la luz de la luna y la atracción de tus caderas se siembra hasta en la más profunda de mis células.

Erotismo III

Habitemos el silencio y abramos nuestras bocas con la fina intención de saborear la sazón añeja que dejan los días en nuestras pieles, lo salado del rastro lagrimal en el rostro y el dulce ácido  que fluye entre las piernas. ¡Salud!

Erotismo II

Hagamos del erotismo la religión por defecto, nuestro trueque nocturno que se extiende hasta el calor del día y el despojo del materialismo insensato e irrelevante. Formemos el espacio libidinoso como burbuja oxigenada para la creación del encuentro carnal, despójate de tus prendas, olvidemos las penas y déjame sentirte en el calor más añorado, el infierno pasional.

Erotismo I

Tal vez ya sepas a la perfección de la urgencia y dependencia animal que me brota cuando estás a mi lado, cuando el olor de tu piel me intoxica por dentro en el cumplimiento de atracción sexual justa y necesaria.

lunes, 2 de abril de 2012