domingo, 26 de abril de 2015

Resumen de abril

    Si pudiera describir a abril en una palabra sería en sueños. Nada raro como resultado de estas jornadas laborales de nueve horas y media y unas ganas nulas de querer hacer algo mientras estoy despierto, más que descansar y querer librarme un poco de lo que prevalece cada día. Entonces, son los sueños los que se han revelado en este mes y es el recuento de los recuerdos torcidos que se entrelazan y se bifurcan en las noches lo que me ocupa en los ratos libres, llevándome a desenlazar puntos suspensivos que se quedaron en el silencio y la trama de lo que acarrea cada situación en cuestión de instantes, momentos y personas que se aparecen y se esconden por entre mis párpados.
    Es casi el final de abril y el hecho de no haber escrito en el blog me lleva a las anotaciones de puño y letra en donde apunto los flashbacks de todo esto, atónito y ausente ante el bolígrafo que se apresura a transcribir esa tanda de sandeces en las que reculo más de una docena de nuevas revolturas químicas y un par de sueños recurrentes que llevo arrastrando por años. Grotesca manera de darme cuenta del desperdicio de tiempo que me traigo últimamente. Sin embargo, el hecho de hacerlo me remite al único ejercicio literario que he tenido en el mes y por ahora, bajo las pocas ideas y los cortos ratos libres en que lo puedo aprovechar, accedo sin una queja que me lleve a dejarlo.
    Son los sueños, estos sueños, donde me encuentro lejos y tan cerca de todos, agrupado o solitario entre reminiscencias que persisten y lugares que no he visitado. Transeúnte de espacios escogidos al azar entre pasillos parisinos que llevan a llanuras abiertas americanas y voces que conozco, guiándome por susurros y gritos que me llaman, infiltrándome entre historias agazapadas en las que poco y todo tengo que ver y en las que corro con toda esa ansiedad que me domina día y noche.  Lo digo de la manera más simple para evitar rodeos, ahora, mientras sonrío por las veces que he despertado entre sueños a beber un sorbo de agua con la intención de hacer pasar el momento y la necesidad de querer retener algo que poco a poco se desvanece. Manera tonta de reaccionar ante lo sucedido.
    Viéndolo de la manera lógica, todo esto no habla sino de lo que en realidad soy y dónde estoy: un individuo más entre tanta gente que deambula en masa, persiguiendo sin saber esa serie de acontecimientos que pasan al final del día sin que nadie note nada extraordinario. ¿Y qué sería de nosotros sin esta mínima característica humana? He de aceptar que me dejo llevar por el cansancio y el estrés para enfundarme en un ritual antes del suceso, una ducha nocturna y un pijama fresco en el que me preparo hacia lo desconocido me vincula con la esperanza de algo y me liga de lleno a la multitud: atado sentimiento de necesidad hacia lo que se desea, lo que se añora y lo que nunca he llegado a tener.
    Aunado a la monotonía en la que voy pasando los días, los sueños son pan de lo mismo al final de la historia: retrocesos y repasos, mezclas de un mundo subjetivo, avances que se vuelven truncos y que me regresan al comienzo. Ideas místicas que se formulan base a terquedad y un desvelo seco y sin diversión. Una alternativa a la método tradicional de partida, una ramificación tangencial en la que me embrollo, a discreción, entre el subconjunto de estándares idealizados para el final común de lo vivido. De lo que se puede vivir.