viernes, 15 de agosto de 2014

Media rutina

    Hoy no fui a trabajar. Me he despertado a la hora exacta para alistarme a un día más de la rutina y, a reacción, regreso a la cama. No he podido dormir tranquilamente durante toda la noche sin tener que despertar cada veinte minutos sin saber el motivo concreto de la situación. Hay varias cosas rondando en mi cabeza.
    En la ciudad ha estado lloviendo casi todas las noches y puedo decir que el clima está agradable. La canícula está por despedirse, el año ha arrancado su segunda mitad y, mientras el viento empieza a soplar un poco más por las calles de Monterrey, observo tu horizonte: relajado a la par del tabaco sabor clavo y las constantes canciones que se repiten en mi iPod y en mi mente. Sé que estarás agradecida con la falta del nefasto calor, característica innegable de las anteriores estadías en esta ciudad norteña. Sé que no me buscarás y eso, ahora, me mantiene contento.
    Llevo un yogur de manzana, dos tazas de café negro y dos vasos de agua en lo que me mantengo cavilando sobre qué es lo que depararán estos últimos días. Me mantengo a flote, pensando en alguien más mientras charlamos sobre lo que va pasando, en los días, en los trabajos, en las relaciones que pasan y las que no están sucediendo, en nosotros. Y ahorita, somos personas que no pueden observarse encima de sus tazas de café, durante las tardes o las mañanas. Somos sólo entes que se piensan en medio de rutinas e ideas, vivencias; y nos faltamos.  No es nada nuevo que pueda experimentar, sin embargo, me llego a idealizar como un hombre solitario que sólo a través de estos extraños medios y la devoción por lo lejano puede sentirse tranquilo.
    Pasa de la una de la tarde y creo que tengo que mover el trasero. It's friday, bitch.