martes, 7 de agosto de 2012

40º fue la cifra

    Cuarenta grados aprietan tu espalda: lo sabes, lo sientes, lo crees pero no lo visualizas, me miras a mí, en el más lastimoso encuentro desde aquel año. Sabes que no puedo dejar de estar ahí, que me gusta y me encanta un poquito más que a ti, sólo un poquito más que envidias y, que a la vez, te llena de placer como mera meta conseguida a corto plazo en esta tremenda canción de chasquidos y gemidos.
    El calor es el choque que necesitas, el furor interno que mata por salir disparado por medio de gritos y rasguños, lamidas y delirios que son los detalles que siempre nos alumbran. La canción sigue sonando y mi pie izquierdo marca tiempo, el tiempo de la secuencia que seguirá el vaivén de tus caderas mientras me acerco, mirando y exhalando bocanadas que despojan libertad y que, en segundos, me harán quemarte la ropa lentamente. Durante este baile dejamos de lado la lluvia y el aglomerado citadino, somos los dos que el tiempo mata mientras crecen, sudan y estallan en mis partículas de sudor y llanto, los que cabalgan por la meseta del deseo. 
    Cuarenta grados fue la cifra, ahora se vuelve polvo y como el viento, vamos  a ver, a ser.

1 comentario:

Zarzoza dijo...

Cuando uno menos se da cuenta vuelve el invierno de golpe.