miércoles, 25 de abril de 2012

Garabato #33 (El embarazoso sarcasmo ocular al que me orillan las tardes soleadas)

Dormir y despertar en otra ciudad ya no es algo raro en mi vida, es algo a lo que me he acostumbrado más de lo que puedes creer y, también, algo que en cierto modo, ha hecho que mis pasos sean un poco más largos que los tuyos. 
    Cada que pasa esto, el sentido de ubicación se altera un poco, algo así como cuando te golpeas en la cabeza y no sabes, a ciencia cierta, en dónde estás y qué ha hecho que te preguntes lo anterior. 
    Estar sin ti es algo que pega fuerte, como frecuentes patadas en el estomago que no marcan, pero que vacían mi sensación de estabilidad. 
    Esto pasa cada cierto tiempo, tres veces en un mes, una vez cada instante en que nos ausentamos uno del otro y el sol vuelve a calentar mi mirada, que se nubla y persiste entre todo ese porvenir que aguardamos por vivir.

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