jueves, 18 de agosto de 2011

Ritual del despertar

Sube la gravedad haciendo mis oídos estallar. Primera advertencia, segunda opinión. Una desnudez iracunda se aferra al aire helado. Piel rosada y el color del viento. La fastidiosa tarea de recordar momentos placenteros me mantiene aun con vida, de penosa forma y mis pies errantes se rinden al grotesco destello triste de la luna. La marchita esperanza (tan muerta como la hora), se rinde a mi paso por las cavernas del dolor pese a sus tentáculos, que se alimentan de acechar fríos cariños: víctima perfecta. Me hacen gritar para no interpretar, porque los sueños solo se reproducen para los que pueden escuchar, soy tan pobre al intentar despertar. Los fuertes crujidos del enero desdén forman cuadros, terribles formas para ver antes de morir, incoloros como su rey; sombras agudas mas oscuras que el ayer revolotean sin cesar, en una especie de ritual, una forma de acorralarme. La adrenalina ya no existe, solo mi sudorosa presencia y la retención de memorias. Simples burbujas de felicidad salen de mi en grietada frente para reventarse al aullido crepuscular. Formas claras, trabas ralas. Una sombra se escapa de la cobija del saber mientras los tentáculos destruyen risas infantiles. Llagas en los pies antes de la caída me hacen gritar, ¿Habrá sonido después de la huida? La sangre no se molestó en reír.

No hay comentarios: