¿A dónde terminaron todas esas parejas que quedaron escritas en las bancas de la escuela? Es difícil poder concentrarse en una biblioteca universitaria donde abundan uniones sentimentales pasadas, lugares en donde cada banca tiene tatuada decenas de parejas entrelazadas con una enormísima «Y», letra que toma el símbolo divino de la unión celestial, el punto intermedio entre el yin y el yan del equilibrio de la vida. Los «te amo» que sobre salen junto a esos permanentes nombres son siempre subjetivos: afectivos y sublimes en su momento e irreconocidos ahora ante el espectador que lee la leyenda de aquel amor adornado con corazones y fechas, unido a poco espacio con otros nombres desconocidos que yacen inmortales en una unión cruel y, a la vez, efímera, como jeroglíficos presentes desde el principio de la humanidad: un registro inmemorable de lo que puede significar el amor.
¿Seguirán amándose Rosita y Pepe dentro de ese corazón mal trazado? Un corazón que, aunque mal dibujado, quiero creer que refleja la unión inalcanzable que ellos formaron base al esfuerzo, sencillo, como sus nombres, atrayendo la mirada aún más que DAVID Y CRISTINA, así, en mayúsculas desesperadas, como seguramente fue su relación; enorme y breve ante el mundo de la crítica y la envidia. Y qué decir de Luis y Fabiola, que con letra cursiva y hermosa son detallados con un dibujo fálico sobre ellos, haciendo de mi atención un análisis sobre los que tal vez ahora sean la únicos que sigan todavía juntos: la vida es una verga.
1 comentario:
Luis y julian. come verga.
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