Alguna vez te escribí un libro. Era pequeño, de 33 capítulos independientes que al final se entrecruzaban todos entre sí, siendo tu persona el punto referente a todos ellos. Tú te quedaste con el rollo redactado y editado, ya con correcciones y letra legible, yo ahora he perdido el manuscrito original, el cual se componía por notas, post its, servilletas y pedazos de papel reciclado que encontraba por ahí. Pero no lo encuentro.
Sólo digitalicé un setenta por ciento de ello, no sé en qué estaba pensando. Ahora me doy cuenta de que cuando uno se encuentra enamorado llega a hacer cosas pendejas, impulsivas y sin pensarlas, pero muchas de esas cosas han sido lo mejor que mi ser ha podido crear. No encuentro el manuscrito, carajo, justo ahora que se iba a publicar.
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