domingo, 12 de junio de 2011

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-Esta foto es uno de mis mejores logros -dijo Arturo al unísono, que ha sido ese unísono cambiante con los años y que jamás podrá verificar por sí mismo.

El ventilador engendraba un silbido que servía de arrullo para cualquier mortal indeciso, dándole sentido al fluir de los olores, mientras, Arturo desempolvaba viejas fotografías sentado en un sillón, al lado de la vieja lampara de noche. El bonche de fotografías que ocupaba su mano derecha seguía en aumento, pero en su mano izquierda sólo había una sola, una sola fotografía que contrastaba con todas las demás.

El sol había cedido lentamente a la noche con una típica flojera veraniega, dejando rastro de calor suficiente para las primeras horas de la noche, un clásico regiomontano, un atardecer eterno para nuestro amigo. Y es que, era a tal grado la perplejidad que adornaba su joven rostro atlanto mediterráneo (herencia Aragonesa), que era difícil reparar en sucesos naturales como una puesta de sol, ante el sobresalto de encontrarse de nuevo, con la fotografía que empezó todo.

Habían pasado años, habían pasado infinidad de cosas en el transcurso de ese clic fotográfico y el instante aquél en el que se perdía, un sin fin de palabras que habían volado de boca a boca para ser así, interpretadas como el enamoramiento nato. Claro que era su mejor fotografía, todo el material que tenía era un completo asco y lo sabía muy bien, pero, carajo, que nada de eso le importaba, nada le había importado tanto como esa chica, ni siquiera la escritura que profesaba en las noches. Nada sobrepasaba la importancia de seguir estando y viviendo plenamente para ella.

Fue entonces cuando levantó la vista y observó el ventilador, que formaba espirales invisibles dirigidos hacia su cara, como una especie de idea en el soplar del aire resignado a moverse, sintió como se generaba en la primera hora de la noche, una especie de seducción aparente ante el regocijo del recuerdo. Arturo remiró de nuevo el gran bonche de fotografías que yacían en su mano derecha y las guardo a reacción en su antiquisimo buró. La noche apenas comenzaba y en el centro lo esperaba la chica de la fotografía, y tal vez, esa misma noche, podría tomarle una hermosa foto (El beso).

2 comentarios:

Zarzoza dijo...

me imagino una foto

Arturo Contreras dijo...

Una foto del viejo Guanajuato.