Hoy, sin embargo, ha hecho calor desde temprano. Me he quedado acostado en la cama más de lo necesario y mi falta de responsabilidad o palabra no deja de subrayarse con cada sutil acontecimiento que tomo a revisar. «Es lunes, chingado», chillo y carraspeo para seguir adelante. El traslado de casa-al-trabajo-del-trabajo-a-casa a sido llevadero, nada digno de recalcar en finas palabras que se noten vacías por un nulo significado.
La noche llega y por ahora las fauces han quedado fuera del tema, como uno más de los días que cualquier idiota suele olvidar.
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