lunes, 1 de septiembre de 2014

Carta a C

    Te pude seguir diciendo que te quería pero no era lo correcto. Aún no logro recordar cuál fue el hecho disparador de tal mentira y ahora sólo puedo pensar que me odias más de un poco. He pasado algunas noches pensando en ti, en que tal vez habría sido lindo salir contigo y saber que, después de todo, el quererte no significaría más que querer conocerte y sentirme bien al respecto. Sin embargo, ahora estoy aquí, de nuevo, entre el silencio que intento disimular y el vacío de escritos que se ocupan entre tardes y noches en que no sé qué hacer después de la triste rutina. 
    No he pensado buscarte, después de mi estúpida huida lo peor sería regresar a disculparme y tratar de fingir que no la he cagado. Lo he hecho y creo que no puedo revertirlo ni tengo intención de hacerlo a pesar de saber el tipo de chica que eres y lo tanto que me atraes, no hay manera de que pueda decir que lo siento sin saber a ciencia cierta si en verdad estoy arrepentido. Aun así, pienso en ti y en nuestras rutinas disparejas que no se acomodan y en el malentendido de querer tenerte más allá de las falsas suposiciones, en esas noches en las que me quedabas tú para saberte existiendo y en mi pobre manía de tus veintiocho años.  
    Hablar de ti parecería subjetivo, efímero y casi inexistente, pues en el resumen de lo dicho mis intenciones se remontan años atrás, desde el momento de haberte conocido y la mala decisión de no haber preferido conocerte más y gastar mi tiempo en algo que ahora ya ni existe. Y como siempre, puras malas decisiones en mi repertorio, puras mamadas. 
    Alguien quíteme el mes de agosto de encima. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Agosto fue lindo. Ella nunca te exigió más de lo que pudiste (y quisiste) dar.