Abre la puerta. Tal vez me encuentres, tal vez ya no. Tal vez esta sea la carta que no quieres leer. Mejor no. Escribo esta nota para que sigas instrucciones y llegues al final del drama que empiezas a pensar. Abre el sobre, abre los ojos y, por último, abre el espacio. No. Ésto no será lo último. Espera un poco más. Quiero que hoy me encuentres entre el agua de la llave, entre el aire que suspiras y el eco de tu voz. Hazlo, llénate de mi. Hoy no puedo estar frente a ti. Abreme, soy Jorge. Abreme y cierra este acongojo, descubreme despacio. Respira y exhala lentamente. Sentirás el silencio de mi mirada mientras el puño de mis desgracias se desvanece entre el viento, viento que se esfuma en cuanto sigues estas instrucciones para robarte un minuto de tu tiempo. Perdón.
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