Aparentemente pasa poca cosa: días de cumplimiento rutinario, huracanes primerizos y charlatanería política de toda la vida.
En mi día a día existe una esperanza, una visualización fantasiosa llena de deseo, en donde nos hablamos de frente y hemos alcanzado la más añorada de las recompensas.
Aparentemente el mundo da vuelta una y otra vez, siendo él mismo, girando y girando para revolver la otredad de la naturaleza humana y su relevancia posmoderna.
Aparentemente sigo siendo el mismo, con las mismas actitudes y aptitudes, con las mismas canciones y las nuevas aficiones que, al fin de cuentas, pueden ser redundantes; pero algo más sucede, un acontecimiento imperceptible por la indiferencia diaria, un aumento desmedido que se expande peligrosamente.
Hay algo en ti que aún no puedo explicar, una reacción o instrucción que parece estrictamente proclamada para ser, yo, el firme receptor y poseedor de dicha incertidumbre.
Aparentemente el día se disuelve sin haber cumplido su objetivo en mi alcance, pero mi alcance se ha sobrepasado y apresurado a contradecir las palabras antes citadas. No todo es lo que aparenta y lo digo por la reacción, esa reacción que se crea en mi ser hacia el tuyo, la cual colectivamente se denomina amor y que, sorpresivamente, se desborda cuando tú me abordas.
Tu amor me obliga a quebrantar todos esos ciclos que respiro, sustituyéndolos por un enorme aire formado por suspiros que nacieron por mi causa.
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