¿Has escuchado ruidos extraños que parecen salir de las paredes? Creo que hay algo de esto en mi cuarto pero nunca le había puesto demasiada atención.
No sé, a ciencia cierta, cuándo fue que me acostumbré a vivir con todos esos ruidos que parecen cuchicheos y susurros, repito, nunca puse suficiente antención.
Hay veces en las que la inmensidad de mi mente se llena hasta el tope de ti y, con cosas tan sencillas y presentes, no me entero de muchos detalles pero lo he comenzado a escuchar.
Todo comenzó un día de esos en los que discutimos y suelo apagar cada aparato electrónico que me rodea, quedando en completa oscuridad y un hermoso silencio. Parece estar todo mejor, todo más tranquilo, hasta que de pronto me doy cuenta de las frases y quejidos que parecen ser el ambiental silencio de mi habitación.
Pienso que, en cierto sentido, sólo he creído en los fantasmas a la hora de leer a Julito, pero fue lo primero que se plantó en mi mente esa vez y lo vuelvo a recordar, todo está ahí, entre pensamientos de personas que se escabullen entre rincones y cadenas, que se arrastran sin cesar encima de mi techo.
Nunca he sido cobarde en cuanto a ese tipo de hechos, más bien, tiendo a ser más miedoso de situaciones casuales en la vida humana: lo que me llevó a quedárme esa noche con los ojos abiertos para intentar descubrir patrones musicales. No puedo evitar ser una presa de la tranquilidad de la oscuridad, como tampoco puedo alterarme cuando pienso que, en mi habitación, se escuchen pláticas incoherentes y gemidos soportables mientras yo caigo, una vez más, dormido.
No sé, a ciencia cierta, cuándo fue que me acostumbré a vivir con todos esos ruidos que parecen cuchicheos y susurros, repito, nunca puse suficiente antención.
Hay veces en las que la inmensidad de mi mente se llena hasta el tope de ti y, con cosas tan sencillas y presentes, no me entero de muchos detalles pero lo he comenzado a escuchar.
Todo comenzó un día de esos en los que discutimos y suelo apagar cada aparato electrónico que me rodea, quedando en completa oscuridad y un hermoso silencio. Parece estar todo mejor, todo más tranquilo, hasta que de pronto me doy cuenta de las frases y quejidos que parecen ser el ambiental silencio de mi habitación.
Pienso que, en cierto sentido, sólo he creído en los fantasmas a la hora de leer a Julito, pero fue lo primero que se plantó en mi mente esa vez y lo vuelvo a recordar, todo está ahí, entre pensamientos de personas que se escabullen entre rincones y cadenas, que se arrastran sin cesar encima de mi techo.
Nunca he sido cobarde en cuanto a ese tipo de hechos, más bien, tiendo a ser más miedoso de situaciones casuales en la vida humana: lo que me llevó a quedárme esa noche con los ojos abiertos para intentar descubrir patrones musicales. No puedo evitar ser una presa de la tranquilidad de la oscuridad, como tampoco puedo alterarme cuando pienso que, en mi habitación, se escuchen pláticas incoherentes y gemidos soportables mientras yo caigo, una vez más, dormido.
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