Llueve, no es ninguna novedad pero me gusta recalcarlo, como me gustaba hacerte recordar las paredes que marcabamos los jueves, esas que para cualquier otro individuo podrían ser simplemente el entorno del centro pero que, más bien, eran la prueba de la necesidad de escribir y contar unas cuantas palabras.
A veces no se por qué motivo me gusta mencionar tales o cuales vivencias, sé que la mayoría de esas te afectan y a mi también —en cierto modo—, pero es un defecto verdaderamente involuntario, como mis achaques de ansiedad generalizada o como el fuerte olor que dejó en la toalla de baño...
No creo en la virgen, en las reuniones familiares ni en los señores morenos con dentadura excelsa, esos se hacen pasar por la juventud super en onda de hoy. Lo sé, soy antpático y no lo niego, hasta eso, lo afirmo con un movimiento de cabeza que te encamina a formarte una idea de lo aburrida que será tu estancia conmigo.
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