martes, 13 de enero de 2015

Atlas

    Esta mañana he despertado por un olor a quemado que llegaba hasta mis sueños. Se trataba de un olor que se situaba en maneras diferentes a través de los saltos de sueño a otro sueño y una singularidad que abarcaba omnipotencia, independientemente del suceso, dejando en clara evidencia que algo no estaba bien: signo de que la escena es irreal y el recuerdo aquel de la película inception. Y, en efecto, se trataba de una pista que llegaba hasta mi cerebro para alertarme de que tenía que reaccionar. Después, tras el hecho a respuesta que poco puedo explicar y que además no importa, desperté encontrando que la lámpara de esta habitación estaba encendida y, además, chamuscándose a escasos treinta centímetros de mi cabeza, a lo cual me apuré a acomodar. La bombilla había logrado comenzar a rozar la tela de la cubierta y ésta había comenzado a quemarse: un hecho que seguro vino tras algún movimiento brusco mientras dormía y que pudo haber terminado en un accidente trágico, o al menos, eso pasó por mi cabeza al terminar con ello. 
    Eran cerca de las cuatro de la mañana cuando me di cuenta de la lámpara y a los quince minutos regresé a dormir. Ya más tarde, alistándome para ir a trabajar, recordaba en la ducha y en la taza de café lo que vino después, se trataba de un montón de imágenes que fluían a través de diversos colores, alguna especie de filtros que modificaban la percepción, como un caleidoscopio: a merced de un visor autónomo y la vista hacia tu presencia, siempre de espalda y con el cabello rubio que llevabas por aquellos días. A decir verdad, nada relevante que amerite cierta importancia, sólo una lámpara tostada y una imagen en la que te he sobrepuesto a subconsciencia.
    Te escribo esto porque sé que lo leerás, a primera instancia, como algo insignificante que sucede entre rutinas y momentos torpes pero te he pensado inmediatamente después de apagar la tela esta mañana. Ha sido el acordarme de ti tras el estúpido olor a quemado el que me ha llevado a escribirte en esta ocasión y poco tiene que ver la historia del principio con lo que ahora creo. Me pregunto ahora qué es lo que ha pasado en estos días y por qué no tengo la más mínima idea de saber en dónde estás, aunque, a estas alturas, ya al menos tendría que tener una pista del montón de cosas que sucedieron en aquel entonces y seguro esto agravia las cosas. Asocio ahora el olor de esta tela quemada con la incógnita que me es tu existencia y es eso, la expansión del olor chamuscado que se ha filtrado hasta mis sueños sin una barrera que lo detenga, lo que me preocupa. Es sólo una tontería.



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