Esta mañana he despertado por un olor a
quemado que llegaba hasta mis sueños. Se trataba de un olor que se situaba en
maneras diferentes a través de los saltos de sueño a otro sueño y una
singularidad que abarcaba omnipotencia, independientemente del suceso, dejando
en clara evidencia que algo no estaba bien: signo de que la escena es irreal y
el recuerdo aquel de la película inception.
Y, en efecto, se trataba de una pista que llegaba hasta mi cerebro para
alertarme de que tenía que reaccionar. Después, tras el hecho a respuesta que
poco puedo explicar y que además no importa, desperté encontrando que la
lámpara de esta habitación estaba encendida y, además, chamuscándose a escasos
treinta centímetros de mi cabeza, a lo cual me apuré a acomodar. La bombilla
había logrado comenzar a rozar la tela de la cubierta y ésta había comenzado a
quemarse: un hecho que seguro vino tras algún movimiento brusco mientras dormía
y que pudo haber terminado en un accidente trágico, o al menos, eso pasó por mi
cabeza al terminar con ello.
Eran cerca de las cuatro de la mañana
cuando me di cuenta de la lámpara y a los quince minutos regresé a dormir. Ya
más tarde, alistándome para ir a trabajar, recordaba en la ducha y en la taza
de café lo que vino después, se trataba de un montón de imágenes que fluían a
través de diversos colores, alguna especie de filtros que modificaban la
percepción, como un caleidoscopio: a merced de un visor autónomo y la vista
hacia tu presencia, siempre de espalda y con el cabello rubio que llevabas por
aquellos días. A decir verdad, nada relevante que amerite cierta importancia,
sólo una lámpara tostada y una imagen en la que te he sobrepuesto a subconsciencia.
Te escribo esto porque sé que lo leerás, a
primera instancia, como algo insignificante que sucede entre rutinas y momentos
torpes pero te he pensado inmediatamente después de apagar la tela esta mañana.
Ha sido el acordarme de ti tras el estúpido olor a quemado el que me ha llevado
a escribirte en esta ocasión y poco tiene que ver la historia del principio con
lo que ahora creo. Me pregunto ahora qué es lo que ha pasado en estos días y por
qué no tengo la más mínima idea de saber en dónde estás, aunque, a estas
alturas, ya al menos tendría que tener una pista del montón de cosas que
sucedieron en aquel entonces y seguro esto agravia las cosas. Asocio ahora el
olor de esta tela quemada con la incógnita que me es tu existencia y es eso, la
expansión del olor chamuscado que se ha filtrado hasta mis sueños sin una
barrera que lo detenga, lo que me preocupa. Es sólo una tontería.
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