martes, 1 de julio de 2014

Move on

    Recién había terminado la botella con un largo sorbo cuando decidí seguir. No era la primera vez que eso pasaba, lo sabía y lo recordaba al momento de sonreír tras lo anterior y limpiarme los labios con la muñeca en un segundo, afirmando con un lento guiño la memoria y el hecho mismo de encontrarme así: ilusa e ingenua seguridad que viene tras la hipotética dosis etílica necesaria. 
    Era algo tarde y digo tarde para ser mitad de semana y depender del transporte público, pero seguíamos ahí, entre múltiples rondas dobles para cada uno de los tres y pausas predefinidas para la inhalación del humo prohibido y triste a las afueras del bar: un ritual nuevo que nos mantenía al flote de breves acontecimientos de jornada y uno-que-otro comentario orientado hacia una suave novedad. 
    «Habría que seguir y ella no era nada más que un suceso del tiempo aquel me decía mientras los miraba fumar. Un bello peldaño que se prolongó durante un tiempo de ansiedades y deseos». Toda esa visualización mental era una brusca prueba irrefutable de lo alargado de esa pausa, lo cual me remitía hacia el principio del relato: la rápida reacción de embestida sobre ese último sorbo de cerveza caliente mezclada con saliva y migajas de botana.
    A la par del termino de aquella botella, en un pequeño tiempo en el que las miradas se sosegaban en el lugar, el camarero había vuelto hacia nuestra mesa con la cerveza pendiente de cada quien, encaminándonos a la «del estribo» y a la salida de todos los males, en un brindis por lo absurdo, por los pequeños ratos después del trabajo y, como me lo decía el rastro amargo de la noche, por un mañana sin sentido alguno.
    Y todo podría haber estado peor si lo hubiese querido, y todo podría no ser siempre lo ideal como siempre he percibido, pero, en ese momento entre tragos largos, silencios relajados y miradas pausadas, el primer manotazo hacia la brecha caudalosa de mi siguiente camino se engendraba bajo la imagen de tu última llegada hacia mis párpados y la insípida despedida que traería el día siguiente, después de la resaca. 
 
 

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