domingo, 22 de junio de 2014

Ducha dominical

    Es tarde, son casi las nueve de la noche y aún siento un poco de dolor de cabeza por la resaca. Es domingo de descanso, penúltimo fin de semana del mes de junio, mes en el que se termina la primera mitad del año y también a una semana para cumplir 24 años. Qué chorrada.
    «24 años es una cifra estúpida», me digo mientras me dispongo a tomar mi tradicional ducha dominical ya caída la noche. El cumplir un año más de vida no me remite a valorar y reflexionar qué estoy haciendo de mi vida en lo más mínimo, la cifra en sí es menos significativa que el 23 anterior o el 25 que sigue. 24 es un número torpe en el que parezco encajar casi a la perfección en cuanto a los últimos sucesos que me circunden: actos que vienen y van, más de lo mismo.
    Mientras dejo que el agua fría caiga sobre mi cabeza, pienso en lo que significaron los 23, la estadía de ese cambio de rumbos que trajo el 2013 y todo ese giro de situaciones en los que se fueron transformando los días. «23 y 2013, ah cursi combinación», digo y repito, ideando esa combinación de números que parecían ser una ensalivada de glande y resultaron siendo una ola de movimientos en mi persona. Es una bonita casualidad haber nacido en un año cerrado, es fácil recordar sucesos y asociarlos a mi edad, a la agenda, a la vida. Se va terminando este último año y así mismo esa amalgama 23-2013 en la que fundamenté toda esa serie de cambios que habría de hacer y emprender, aunado a cambios de ciclos, secuencias y toda esa calamidad de hechos que uno tiene que decidir.
    Sigue cayendo el agua en mi espalda mientras los minutos pasan, fluyendo en un tic-tac acuoso en el que el recuerdo comienza y la espuma del shampoo va resbalando cada vez más escasa. Es un año más, y no es que importe tanto, lo he dicho ya, sólo lo pienso, porque tal vez sólo me remita a hacerlo durante esta noche. Cierro los ojos y veo esa serie de imágenes ir cambiando velozmente: ojos distintos, bocas y sabores diferentes, un último hostal, otras habitaciones: «nuevos planes idénticas estrategias», diría Nacho Vegas. Sin embargo, me aferro a seguir recreando todo ello, con el afán de tenerlo en cuenta, de hacer una rápida  evaluación que no llegue hasta la dicha reflexión sino como un resumen sintetizado de lo que fue y nada más.
    Un año más que no se va, como suelen decir, se queda y vaya que se queda, como todos los anteriores, grabado en vivas imágenes archivadas que reproduzco y recreo a placer, yendo y viniendo desde los momentos gratos hasta las pendejadas e infortunios que me cargo. Todo a reacción, toda una selección de actos que pienso en momentos como este, en estas gloriosas duchas de media hora en las que me pierdo y me olvido de lo que vendrá mañana. 

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