martes, 28 de enero de 2014

Linda

    A inicios del año pasado, ella llegó y me preguntó si podía sentarse a mi lado en un día casual, del cual, poco se puede rescatar. Me miró a los ojos en aquel domingo nublado de vientos variables y, brevemente, mientras me miraba comer, me cuestionó sobre si extrañaba todo aquello, como si fuéramos de nuevo una parte del pasado, de un ayer que ella recordaba y yo jamás creí vivir. 
    Al principio cabíamos en una conversación de horas sobre temas irrelevantes que se ponen en la mesa: ases bajo la manga que, más bien, se tienen en la cabeza y se arrojan como la mezcla ascendente del contexto en cuestión, como artimañas del yo interno y lo que se deja expresar, a partir de esas ideas y el filtro que vienen siendo nuestras palabras. Siempre es agradable tener temas así con quien compartir pensamientos y para mi era lo interesante de la situación. 
    A la larga empezó a sonar infantil, por no decirlo de otra manera. Me tomaban por sorpresa esas palabras o acciones, lo cual parecía un tanto cute al principio y no supe qué decir. Le compartí mis posiciones al respecto en esos temas y comenzó a hablar de su pasado, como si yo pudiera hacer algo al respecto, algo que ni si quiera deseaba hacer. Un día me mandó a la verga y fue bonito, fue bonito sentirse aliviado de no tener que corresponder con tontas mentiras y volvió, se tranquilizó y no era para menos. Sin embargo, su extraña posición en la vida no se admitió a si quiera recibir invitaciones a salir ni unos besos y terminó por mandarme a la verga, de nuevo. Es la segunda piscis con problemas mentales con la que me cruzo, tengo que evitarlas y es todo lo que sé. Kaputt. 

1 comentario:

Zarzoza dijo...

Esas feministas de closet.