¿Qué tan fácil es dejar de lado las cosas? La mayor parte de mi vida he
aprendido a lidiar con despedidas: voluntarias, forzosas, inesperadas y las que se van difuminando sin saber a ciencia cierta cuándo terminaron —las
más recurrentes. Hoy no he encontrado el valor de todo eso, o más bien,
pienso en la posibilidad de que mi persona no lo necesite, no lo
requiera y lo deje como se dejan las colillas de cigarro sobre el suelo o
los suspiros tenues en el aire. Carajo, tan sólo de leerme me doy asco,
maldito hijo de occidente y del yo eterno.
Por ahora mi blog se ha convertido más en un recinto personal que de
historias y relatos que contar: un internamiento espectral en el que la
búsqueda de lo que no se sabe es siempre el defecto y premisa de mi
atormentado ser. Je dois me parler ce soir et se demander pourquoi ces
rêves, pourquoi jusqu'à présent, raison pour laquelle elle doit être de
retour ici. Jodido café que no me ayuda a desvelarme, jodidos pasos que
he tenido que dar para no encontrarte, sabiendo que de una u otra
forma, el ancho camino que separa mis pies de los tuyos es también la Bellua insatiabilis que origina toda la insaciable desdicha.
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