viernes, 20 de junio de 2014

Zarzoza

    Soy de los que tiene pocos amigos, muy pocos amigos en verdad. Él es sin duda uno de ellos, y hoy es su cumpleaños. La verdad es que el recuerdo de cómo lo conocí me sigue pareciendo muy ambiguo, algo difuso y sin un comienzo realmente definido, pasó y de repente simplemente eramos amigos. 
    Por aquellos tiempos las cosas eran un tanto diferentes, los dos creíamos en el amor, por ejemplo, en la brevedad ciega del suceso. El tipo escribía cosas que me hacían recordar viejos escritos míos y tenía una peculiaridad que me remontaba a una época sin prisas y con ansias de salir a descubrir las calles. Cuando me di cuenta ya íbamos a las mismas fiestas y teníamos amigos en común, algo que en esta ciudad suele ocurrir muy rápido. 
    A través de los días y las semanas, las borracheras y todo ese tipo de cosas que van sucediendo mientras hablábamos del entorno, de la vida, de la música, de las mujeres y de la literatura, creí saber que el cabrón era alguien que ahora significaba mucho para mi. Hasta comenzamos un proyecto literario (el cual tenemos en reposo) y seguimos caminando por ahí, entre todo ese tumulto de situaciones-caos que nos arrojan los mismísimos días que parecen no notarse mucho. 
    Siempre he pensado ser malo para describir éste tipo de pensamientos. Creo que el valor hacía una persona no puede expresarse cabalmente con una entrada de blog o en una tanda de mis percepciones hacia la misma. Sin embargo,  hoy, mientras le llamo al móvil y me manda directamente a buzón me río porque es un culero y pienso en la última vez que lo vi, en nuestro bar favorito, compartiendo algunos tragos y ese tipo de vivencias que suelen pasar después de dos meses de no sabernos, como si nada, como si fuese la plática de un día antes, noche serena a la par que los cigarros arden y las risas no dejan de escucharse en nuestra mesa. Tal vez así son las verdaderas amistades, las que persisten sin resentimientos, tal vez así es éste cabrón y por ahora no puedo decir nada más que lo estimo y que, aunque a veces parezca que todo me importa un carajo y me desaparezca de todo el mundo, pienso en todos ellos, en los amigos que están ahí y que, como a él, siempre puedo dejar cosas de lado con tal de compartir unos cigarrillos y unas frías cervezas en cualquier momento.
    Por ahora cerraré esta entrada diciendo que se le quiere, señor, y que estoy orgulloso de haberle conocido.