viernes, 5 de julio de 2013

De memorias y refugios a situaciones maniáticas

    En lo que va de éste año no he logrado encontrar un refugio. Me refiero a un lugar cálido en donde encontrarme a gusto, sin el temor de volver a darme un chingazo o enamorarme una vez más, siendo este año el más culerito que he tenido últimamente. 
    Desde enero he venido cosechando desgracia tras desgracia, mala suerte que me seguido sin soltarme un sólo momento, rachas que parecen irme metiendo en alguna historia de no-ficción en la que soy el desafortunado individuo de la historia, uno de esos personajes que se van adaptando al mal humor del narrador y que, a través de las páginas, se va volviendo presa del horror exterior que se percibe. Y nada, tampoco se trata de escribirlo aquí para que cualquier persona entre y lo lea, se trata de escribir algo con el objetivo rudimentario de seguir el análisis, seguir pensando qué es lo que debo de hacer. Sin embargo, entre tantos pensamientos y posibilidades tangenciales que busco y rebusco de una manera ansiosa, la mitad del año se me ha ido, todo un desastre lleno de desilusiones que me van dando bofetadas día con día hasta llegar a hoy, un casual día de julio en el que el calor me va abrazando hasta perder la razón, y dada la anterior explicación, usted disculpe que mi prosa quejumbrosa sea un asco, pero cada quien es libre de perder su tiempo como quiere. 
    ¿Libre, libre de qué? Cada vez creo menos en la libertad o, más bien, he tenido diferentes influencias que me han tenido al borde del alcance, siendo sujetado por una u otra situación en la que, aunque me sintiera a gusto en una zona de confort, estaba sometido a la merced de algo superior a mi «libertad». Entonces, ahora quedo yo, sin algo que me tenga a sus pies completamente que me tenga estable y, aunque ahora lo que me tiene a sus manos es esta especie de pseudo depresión existencial en la que no-sé-quién-chingados-soy, no me encuentro emocionalmente estable sino que nada más no me encuentro. 
    Creo que, de alguna terrible manera tenía que suceder esto por lo que dejé en enero, la larga lista de consecuencias que deja algo tan grande al irte es todavía interminable, y no sé cómo es que la gente va superando tan bien estas cosas, porque tiempo he tenido aunque no sea todavía lo suficiente, pero me siento todavía fatal. Uno cree que las decisiones tienen que ser maduras al momento de elegirlas y afrontarlas pase lo que pase, pero en una cabeza como la mía que tarda tanto en elegir, tomar una decisión después de cierto tiempo y un enorme paso de pensamientos y posibilidades es lo más natural, que, a fin de cuentas, me hacen querer dirigirme a cualquier camino dependiendo de mi estabilidad emocional y el humor que me cargue en dicho momento. So, necesito un trabajo y sobre todo dinero para moverme y hacer algo, ocupar mi mente en procesos técnicos que me hagan dejar tantas cosas que llevo a todos lados, ser un poco menos analítico y también un poco menos pendejo, como ahora, que llevo viendo al menos dos películas diarias y dos libros a la par, aunque nadie me de un centavo por eso.
    But well, voy a tratar de relajarme por ahora, no se trata de hacer este blog un diario tan profundo y revelador, además a nadie le interesa y si esta entrada tuvo un propósito fue nada más por escribir algo y controlar esta ansiedad que no me deja en paz. 

 

1 comentario:

Natacha, Natacha Juarez dijo...

"usted disculpe que mi prosa quejumbrosa sea un asco, pero cada quien es libre de perder su tiempo como quiere. "

Te extrañaba.