Quisiera saber qué es lo que viene después.
Tener idea de lo que procede a lo que ya he
creado es ahora una incógnita. Lo pienso ligeramente, mientras trato de
encontrar un razonamiento simple y lógico y ya comienzo a darle demasiadas
vueltas al asunto. Podría hacer una pausa, reparar en la última de las posibles
tangentes que inserviblemente he creado o tomar una al azar: parar en seco y
desenvolver el papel arrugado que ahora porto en mi bolsillo. Parar en seco y
desenvolver el papel arrugado que ahora porto en mi bolsillo e ir tras el
pasillo común en donde te encuentras y de donde he dado tantos rodeos. Lo
pienso ligeramente, mientras trato de encontrar un razonamiento simple y lógico
y ya comienzo a darle demasiadas vueltas al asunto. Lo repito justo ahora, al
tiempo en el que pienso no hay moros en la costa y el mismo instante en que percibo
que todos alrededor son moros y sólo quedamos nosotros dos. Me descubro actor de un relato lleno de
calamidades y comienzo a flaquear. Podría hacer una pausa, reparar en la última
de las posibles tangentes que inserviblemente he creado o tomar una al azar: tener
idea de lo que procede a lo que ya he creado es ahora una incógnita e ir tras
el pasillo común en donde te encuentras y de donde he dado tantos rodeos es ya
casi imposible. Quisiera saber qué es lo que viene después.
He regresado al lugar del comienzo y no sé
qué es lo que ha pasado. Trato de
observar el resumen de imágenes que fluyen por mi cabeza, enfundado en un traje
de síntesis y confort aislado en el que me refugio y critico a reacción. Con la
cabeza gacha y un carrete de visualizaciones entrecortadas y preguntas rebuscadas,
recreo una a una las contrariedades que me han traído de nuevo hasta aquí. Obtengo
nada más que infortunio y el desglose de malos resultados base a torpes
decisiones en un tiempo tan corto para tanta estupidez. Habrá un comienzo nuevo
más tarde y sin duda se repetirá sin mucha diferencia. Sin embargo, hay algo
más que no cabe entre la viscosidad de mi saliva y el sonido de mi voz que haga
fundirse como una palabra de valor, un entendimiento nulo y bruto que se
produce entre los descalabros y el sudor frío que tengo ya bajo la nuca. Es una
idea repetitiva, un constante emprendimiento de la condena humana que me ha
nublado de nuevo la visión.
Quisiera saber qué es lo que viene después.
Tener idea de lo que procede a lo que ya he creado es ahora una incógnita
distinta a la anterior que ya había formulado. Podría hacer de nuevo una pausa, descartar la última de las posibles
tangentes que he cagado y tomar otra al azar.
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