martes, 11 de febrero de 2014

Nota en la esquina de la agenda II

    «¿De quién es la culpa si no es de los lunes?». Una pregunta tonta que aparece de la nada, hoy, en un lunes más del año en curso y un dolor de cabeza que me despierta para hacerme pensar el porqué de dicho dolor. Podría haber sido el alcohol, pero ayer no hubo alcohol, podría haber sido el dormir de más pero ahora eso no me hace sentir culpable de nada, en lo absoluto, y si ese fuera el motivo, lo acepto y me siento culpable de un placer necesario. 
    ¿Placer necesario? Un tema que bien se puede ir abriendo ampliamente dependiendo de los gustos subjetivos de cada persona y que, en este momento, poco me interesa saber. Sin embargo, los días van pasando y el pensamiento de necesidad aparece y desaparece como un recuerdo o un capricho que controla el subconsciente, yendo y viniendo entre ocasiones rutinarias del miércoles cualquiera hasta el instante exacto en que estás teniendo un orgasmo: sorpresa y, ¡carajo!. Anyway, que para gustos se rompen géneros y para los géneros si que se rompen los gustos, y no pasa nada, sólo esa masa de gente con placeres rutinarios y semi repentinos en donde el pasar del tiempo juega el rol de sentirse vivo o, al menos, con cosas importantes qué hacer. 
    La culpa entonces queda a merced del mejor postor, del yo, del nosotros, del mundo entero que se está enculando a sí mismo, como la ley de la vida en donde el flujo existencial tiene que hacer precisamente eso: fluir para seguir adelante, mientras haya un culo más que encular y sentirse vivo, en una soledad interna espectral, producto de un modelo en común: padre solitario, un dios solitario para alejarlos a todos. 
    Los lunes no tienen la culpa de todas tus mamadas. 
    

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