domingo, 13 de febrero de 2011

Arturo

Sale de la recamara procurando no hacer ruido. Lentamente se escabulle por los rincones sin hacer fricción. La noche es vaga y cuarenta pesos yacen en el bolsillo derecho. Dos cafés, que sean con leche y dos de azúcar. 1978. A veces se le ve caminando en la calle Hidalgo por las tardes. A veces. ¿Alguien lo habrá notado? Yo sinceramente, creo que no. El tercero de la estirpe no ha muerto aún. Aún es joven. Joven hay que morir. El nombre encierra el miedo y las estúpidas características tan típicas de los tres, afortunadamente.

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