jueves, 29 de marzo de 2012

El momento

He de aceptar que todo el tiempo que paso aceptando las horas, semanas y días valen toda la pena del mundo cuando llega ese momento. El momento en el que te apareces frente a mis ojos y opacas todo lo que te circunda, un shock increíble que revive con la misma forma en que lo has venido haciendo a lo largo de este tiempo. Sólo necesito verte para hacerme saber, una vez más, que hay un más allá que las tardes solitarias en mi habitación, los recorridos a solas en el centro o los sábados que no salgo de casa y que, lentamente, alimento con tu existencia para no morir de sobredosis.
     Hay algo ahí, algo que resplandece en lo más recóndito del ser que se expande, que me agarra de las manos y me hace creer, por más irrelevante que parezca, un presagio que intuyo y procreo para que el mañana pueda ser mejor, para que mañana pueda verte a fondo, en el ocaso más urgente de mi vida. No es necesario citar una canción, un poema que ya enamoró a miles de parejas ni un te amo que se anteponga a un beso, te escribo palabras que salen de mi mente y que aguardan por ser contadas, leídas e ilusionadas con el fin de estar en ti.
    Creo que este es el momento, el momento de decirte que eres la fuerza que siempre necesito tener, aquí, en mí, en el momento justo en el que te miro a los ojos y el silencio del silencio nace para dejarme entregarme a ti, en el fin del desespero y el comienzo de la locura que aparece al depender de ti en una totalidad que empieza y no acaba.
    Salvemos el momento, el instante en que nos tenemos el uno al otro, el beso que afirma y el jadeo que decora, el abrazo momentáneo y el sexo necesario que se vuelve el clímax, del día y la noche en que nos encontramos y soñamos, al preciso momento, de ahogarnos juntos.

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