Alguna vez habré de recorrer todos esos
lugares en los que suelo recordarte. Lo he analizado y el hecho de que mis
sueños estén representados en ciertas ubicaciones en las que hemos estado me
invitan al repaso, a los cuestionamientos diversos en los que cavilo entre
acciones y respuestas nulas que formulo entre incógnitas y bajas expectativas. Es
marzo ya y el panorama de acontecimientos secuenciales en los que fluyo y en
los que te imagino no son más de choques sistematizados de tacto al tiempo y vehemencia
equivoca de sentirse existir. Debería de visitar una vez más estos lugares y el
momento aún indefinido me sugiere dejarlo en palabras al aire. Alguna vez habré
de recorrerlos y aún queda el silencio que resalta al dejar los labios
separados y parpadear con pereza al visualizarme indescifrable ante el dilema. ¿Qué
buscaría en ellos sino la esencia de la desdicha? Triunfalmente puedo alzar el
brazo con el puño cerrado y asegurar la derrota entre victorias difusas,
inyectarme la felicidad que se rejunta a instantes específicos que todavía
persisten en abismos distantes y abrazarme a la levedad que se aferra en todo
esto que he decidido seguir forjando, sin intenciones de hacer algo en
realidad. Aceptar estar aquí es entregarme a la desilusión de cerrar los ojos y
continuar ignorando todo, impartiendo a guardia baja la alta fidelidad que se
consigue entre sollozos turbios en los que escucho aún tu precario parecer y en
los que suelo ahondar, invisible a la recóndita idea que tengo al recordarte,
al recordarme, entre lugares remotos en donde seguimos un guion predefinido y
todo lo demás es la audiencia decepcionada de la historia. Sabríamos destruir el escenario, acudiendo entre
desfases y malas ocasiones impulsivas y eso es, sin más, el regocijo mismo de
sentirse vivir entre los abucheos de la gente. Ahora, ensimismado por las
posibilidades y las tangentes en las que me veo partir, encuentro un tropiezo
definitivo, un error enorme en el que me voy deslizando a reacción de
reacciones incongruentes e, incluso, inverosímiles, formuladas una a una por
desacuerdos y traiciones, caricias y una que otra bebida alcohólica que aumenta
la decepción y el bienestar apenas perceptible. Habré de seguir con esto a
pesar de lo anterior, de la cadena de acontecimientos desafortunados ya vividos,
a pesar de tu nombre y de tantos otros. Y es, en efecto, la teoría de repetirme
una vez más como ser humano que prevalece y yace entre todo esto como un
parásito de sí mismo, un espectro de su propia y retorcida abadía que corre
apenas percibe el sol tras el panorama del Fuji, quien me reclama toda su apatía
arrebatada.
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