viernes, 18 de octubre de 2013

Apunte innecesario

    Mitad de octubre y el clima cambiando. He realizado cientos de pasos sin saber explicar, apuntar o bitacorar el rumbo de los últimos dos meses (no sé dónde está mi Moleskine). He abandonado poco a poco el desconcierto recurrente del vivir al pedo, todo entre espirales llenos de confusiones de saliva que poco puedo controlar y un empleo que me mantiene, equilibradamente, ocupado. Aplico levantarme muy temprano y en las noches me gusta descansar. 
    Como en ciertas ocasiones del transcurso del año, dejo de ser el vaquero más famoso de la Nuevo Repueblo para convertirme en el silencio que se refugia tras re-lecturas sumamente indispensables, un cuidado dermatológico de la finura de mis manos y un whisky no tan barato que me cobija de tanta mala indiscreción, lo cual, me recuerda reafirmar lo contrastante que puedo resultar en invierno contra el verano a la hora de la productividad humana. 
    Siento un límite hacia ciertas situaciones que por ahora poco o nada me interesan (y sin embargo mantengo), en cambio me concentro en el empleo y todas esas cosas que uno se supone hace cuando adquiere el adjetivo de «adulto», ya saben: ver televisión después de la jornada, cenar con cerveza, leer lo más que se pueda en el colectivo (hasta cuando se va de pie y apretadísimo), bañar al perro en domingo, ir al supermercado y gastar al menos en una botella más por si las dudas, por si vuelvo a valer verga. 


2 comentarios:

zeltzin dijo...

que fresa, a poco lees cuando vas de pie y va lleno el camión?

Arturo Contreras dijo...

Si el libro está muy bueno, si :(