"Camina soportando el fracaso y la cuestión por la única senda que es tuya."
M. Heidegger
Hay momentos para escribir y hay momentos para absorber ese montón de información que existe en nuestro entorno. Mi agosto puede contarse como el segundo, siendo un mes de conclusiones rebuscadas que se han encaminado en una constante búsqueda de lo que se encuentra ahí para ser apreciado.
Al decir que se trata de un mes de conclusiones, me refiero al hecho de haber terminado con ciertos asuntos que me tenían con una tensión no apta para personas que no saben vivir con estrés, el mismo tipo de personas —muy contemporáneas— que se medican para no sentir ninguna molestia o dolor. Afortunadamente, he podido liberarme en cierto sentido de esos inconvenientes estados en los que había pasado una casi interminable temporada, preocupándome a sobre manera —como siempre— de lo que no necesariamente ocupaba tantos rodeos, lo cual me llevó a enfocar más mi tiempo en volver a la posición dichosa de empaparme de información, ya saben, libros, cine, cartas, artículos de Internet y todo ese embrollo en lo que me gusta pasar mi tiempo: gustos de lonely person; además de alejarme también un poco de la música y las borracheras en las que me gusta adentrarme.
Hay momentos para escribir y hay momentos para salir a caminar, dedicar días enteros a filmografías de algunos directores que tenía pendientes, leer libros que esperaban en mi estante por una oportunidad y, también, continuar con proyectos pendientes que había dejado de lado por estarme torturando a mi mismo con una autopresión que nada bueno iba a dejar.
El año se está yendo rápido, para bien o para mal, mientras tanto aprovecho el momento para redactar unas pocas palabras que me sirvan de consuelo ante mi sequía de ideas literarias y, porque no, transcribir un poco de lo que me acontece de vez en cuando, aunque, sean cosas muy mínimas y nada interesantes.
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