sábado, 29 de diciembre de 2018

Cronos


    Llueve. Con el silencio abrazándome desde la inestabilidad de mi hogar logro perderme aunque sea un instante de todo esto que ignoro suceder y que circunda. Pasan de las diez de la mañana y la idea que busco para realizar el día y sentirme vencedor no logra tomar forma, no logro formar algo que previamente sé que desconozco pero que tercamente necesito recrear.
    Es el último sábado del año este que me ocupa. Lo recibo temeroso e ignorante ante el suceso: después de un sueño profundo tras cansancio del trabajo físico anterior del que caigo fulminado, tendido y sordo hacia cualquier ruido exterior a excepción de tus balbuceos nocturnales, intangibles e inalcanzables suspiros encriptados que jamás entenderé, ni siquiera en sueños. ¿Es esta la noche que conjuntamente ignoramos o sólo es el descuido individualista occidental que nos hace competir?, me pregunto momentos antes de escribir y pensar en esto, exactamente al sentir el vacío matinal de las vacaciones saturnales.
    Persisto en este abismo al que llamo ignorancia, reuniendo características a la idea ya mencionada, a la par de que sorbo el café con leche que me hace bajar el desayuno hasta el estomago y logra desvanecer toda boba concentración. Si por un momento pudiera dejar de parpadear, fijar mi mirada en un agujero que me hiciera ir más allá del abismo, a una circunferencia que se expanda y me susurre con su estruendosa plenitud que el mañana no llegará y que la nostalgia no tiene sentido más que la debilidad en sí, todo esto podría funcionar aunque fuese en un chasquido atemporal que polarizara toda esperanza, aniquilando todo rastro de descontrol.
    Es el último sábado del año que nos ocupa, lo he mencionado ya. Y sin más que decir que lo que obviamente no sucederá esta mañana –al menos no para mí–, el día sigue así como seguirán todas las fuertes mordidas que se provocan por las gloriosas fauces del Cronos.

viernes, 11 de mayo de 2018

Perro mundo

    Hoy he desempolvado mi laptop personal. Por motivos laborales, trabajo con diversos equipos durante la jornada laboral y a veces decido traérmelos a casa para terminar pendientes o simplemente ocio.
    Al encenderla, he encontrado que mi blog estaba abierto en una de las pestañas del navegador y opté por abrirlo, antes de cerrar el puñado de ventanas que estaban abiertas de la sesión previa que no logro recordar. Comencé por husmear el panel de lectura, donde se visualizan los blogs que seguía con anterioridad, y de los cuales, me sentía muy bien de leer y que, al ir deslizando la hoja poco a poco me encontré con que los que consideraba, por así decirlo, mis favoritos, habían dejado de tener contenido al igual que el mío. Tengo que aceptar que esperaba ver algo más, esperaba ver ese montón de entradas que según yo existirían y me recordarían lo incompetente que soy por no actualizar esta plataforma que, en mucho tiempo de mi vida había ocupado un lugar sumamente importante. 
    Antes de sentarme había colocado el playlist del concierto en vivo de "Mondo Cane" de Mike Patton en Amsterdam del 2008, un concierto que disfruté en aquellos años en que destinaba mis noches a leer y escribir después de todo el tumulto de actividades que lograba hacer por aquellos tiempos, algo que añadió un tanto más de nostalgia al acto que estaba precisando y no lograba concebir. 
    Leí la última de mis entradas después de todo esto, esperando encontrar un texto breve y mal redactado donde encontraría una frescura que lograra entristecerme por carecer de ella en este momento y también, un pequeño júbilo que me lograra convencer de que, al menos, fueran momentos pretenciosos pero mejores. Por obvias razones no tuve éxito con ninguna de mis dos expectativas. Primero porque se trataba de un yo que pareciese haber escrito esto unas horas antes el mismo día de hoy y, segundo, por descubrirme como presa de las mismas inseguridades que en aquel texto parecían brotar sin resistencia alguna. 
    Ha sonado "Senza Fine" mientras redactaba este último párrafo: una de las canciones que Patton recolecta de esas famosas canciones italianas y una de mis favoritas de esa recopilación, la cual, casualmente, lleva el título de una de mis precarias entradas que se encuentran en la hoja 1 del blog. ¿Cómo no sumergirse en un hondo pozo de desilusión al encontrar todo esto? ¿Cómo no sentir el peso del tiempo y de los días al ver esta especie de ciclos? 
    ¡Perro mundo! Sé la respuesta. Termino mi cerveza y espero con ansias el día siguiente, no hay más qué escribir.